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sábado, 5 de enero de 2008

Los misterios del Corazon...


Siempre se nos ha dicho que el corazón ama y siente pero, ¿es posible que también piense, recuerde, se comunique con otros corazones, ayude a regular la inmunidad y contenga información almacenada circulando a través de nuestro cuerpo? Recientes investigaciones sobre la memoria celular apuntan a que es el corazón y no el cerebro el recipiente de los secretos que conectan la mente, el cuerpo y el espíritu.

-->(Las personas que han tenido transplante de corazón alegan haber tendio hábitos y memorias de sus donantes.)

En el siglo XVII, Sir Kenelm Digby, miembro de la Royal Society, hizo un experimento con el corazón de una víbora: tras arrancárselo y guardarlo en un lugar templado y húmedo, comprobó que latió durante veinticuatro horas. Cuando cesó de latir lo humedeció con agua templada y el órgano palpitó de nuevo. Luego lo cortó en varios trozos, y las partes separadas siguieron latiendo durante un tiempo prolongado.

Lo mismo ocurre con el corazón humano: aunque la cabeza se separe del cuerpo, el corazón continuará latiendo durante horas. No en vano, este órgano, asiento de la vida y músculo central del sistema fisiológico, es "primum vivens, ultimum moriens", el primero en vivir y el último en morir en todas las criaturas.
"Nunca estuve interesada en el sexo. Ni siquiera pensé mucho en eso, pero ahora agoto a mi marido. Deseo hacer el amor todas las noches y, a veces, me masturbo dos o tres veces al día.
Antes odiaba los vídeos X, pero ahora los adoro. Me siento como una mujerzuela y cuando estoy de buen humor, realizo un striptease para mi marido. Jamás había hecho algo parecido antes de mi operación.
Cuando le comenté esto a mi psiquiatra, me dijo que era una reacción a los medicamentos y porque ahora tengo un cuerpo más sano. Posteriormente he descubierto que mi donante de corazón era una chica que trabajaba en un topless y actuaba como profesional a domicilio. Creo que he adoptado su orientación sexual, y mi marido también lo piensa así".

Por extraño que pueda parecer, este relato de una mujer de 35 años a quien se le trasplantó el corazón de una prostituta de 24 años no es el único en su género.
Desde principios de los años setenta se vienen recogiendo informes de personas que tras un trasplante de corazón alegan haber adquirido gustos, hábitos, aptitudes y memorias de los donantes muertos.

Los aztecas llevaban a cabo ritos donde extraían el corazón a sus victimas que aún vivian para ofrecerselo a los dioses.
Hasta ahora sólo se han publicado un par de libros que recogen dichas experiencias, pero el fenómeno ya suscita una polémica parecida a la surgida hace más de veinte años con las experiencias cercanas a la muerte.
Uno de estos libros, A Change of Heart, de Claire Sylvia, recoge los cambios experimentados por la autora a raíz de una operación de trasplante; otro más reciente, El código del corazón (Ed. Edaf), de Paul Pearsall, se enfrenta abiertamente a un dogma de la moderna ciencia médica: la dependencia que tiene la memoria del sistema nervioso central.

Aunque tal dogma descarta por completo laposibilidad de que los hábitos puedan modificar estructurasbioquímicas que afecten al tejido del corazón, Pearsall noparece albergar dudas que el corazón, además de constituirel centro de energía más importante del cuerpo, es al mismotiempo un mensajero del código que representa el alma.
Unapropuesta tan provocadora como la suya ha supuesto que se leacuse de perjudicar al movimiento de trasplante de órganosporque hace pensar que el corazón es mucho más que una masade células biomecánicas.
También se ha calificado a Pearsallde gurú prolífico de la auto-ayuda, pero en todo caso, suúltimo libro ofrece una perspectiva novedosa en un campo quela ciencia no ha explorado todavía suficientemente.Por desgracia, la energía L o quinta fuerzapropuesta por Pearsall es extremadamente sutil e imposiblede medir con los instrumentos científicos actuales.
No obstante, Pearsall sugiere que los efectos de la misma sonilimitados: viaja más rápidamente que la luz y generaefectos no localizados como la telepatía, la curación adistancia y el poder de la oración intercesora. Y, sobretodo, el corazón está formado exclusivamente por energía L ycomunica y lleva su propia forma, aunque de un modo torpe,al campo electromagnético creado por él. Este campo es cincomil veces más potente que el electromagnético cerebral, porello es posible que el corazón, gracias a su enorme energíapotencial, sea el centro principal de conducción de la energía L.
La mayoría de los profesionales de la salud noreconocen la existencia de esta energía. Cuando preguntamosal psicoanalista y quinesiólogo Juan A. González qué opinasobre las ideas de Pearsall en relación a la hipotéticaenergía L y la posibilidad de que el corazón sea el centroprincipal de conducción de la misma, responde: "Si negáramosla existencia de una energía que lleva información por todoel organismo, estaríamos negando también la existencia delos meridianos de acupuntura y la de los cuerpos sutiles.
Estos cuerpos están implicados en la concepción de la saludy están unidos entre sí por algo que llamamos el cordón deplata, que está conectado al cuerpo por el corazón.Experimentalmente sabemos que la conexión está exactamenteen el punto BP21, que es el del meridiano bazo-páncreas, elmás cercano al corazón, pero esto no confirma que esteórgano contenga un código que indique quiénes somos".
Debido a que el latido del corazón respondeinmediatamente a las variaciones en el estado mental - porejemplo, en momentos de extrema ansiedad, tensión y terror,palpita, y el pulso se acelera - se convirtió en muchasculturas no sólo en el asiento de las emociones, sino en eldel alma. Así se dice que dos hilos de energía conectan laforma del hombre con su alma: el primero es el de laconsciencia, anclado en la glándula pineal de la cabeza; elsegundo o hilo de la vida se ancla en el corazón, en elnódulo sino-auricular, una masa de tejido que gobierna ellatido cardiaco.
Este nódulo recibe fibras del nervio vago yse denomina en la tradición bíblica el "sendero para elaliento del Espíritu Santo".También los hindúes consideraban al corazón lamorada del principio divino. En los escritos tántricos, elcorazón es llamado el "pequeño loto de ocho pétalos",asiento de Brahma, o centro de la consciencia espiritual delhombre. Según esta visión, el nirvana se alcanza cuando laconsciencia se centra en el germen de Pragna, que seencuentra en el chakra Anahata, el del corazón.
Los griegos también eran conscientes de que elcorazón era la fuente de la vida y de que los diversosaspectos de la misma - los centros de la conscienciallamados los "dioses" - habitaban en el corazón. Estacreencia la tomaron de los egipcios, para quienes esteórgano era la morada del alma y no lo extraían del cuerpodurante el proceso de embalsamamiento, a diferencia delcerebro que extraían por las fosas nasales.
Salvaguardabanel corazón con sumo cuidado para que acompañara al cuerpo enla otra vida donde sería pesado en la balanza en presenciade Osiris.La ofrenda del corazón, sede del alma, encontró suforma más aterradora en los ritos realizados por los aztecasde México, que arrancaban el corazón del pecho de losprisioneros vivos para ofrecérselo, todavía latiendo, a lasdeidades del Sol y de la Tierra.
Entonces, el alma ascendíaa lo más alto de los cielos aztecas. Igualmente bárbara perono carente de lógica es la extendida costumbre entre algunastribus primitivas de comerse el corazón de los enemigosheroicos para imbuirse de su valor.
En algunas comunidadesdel pasado, los corazones de los reyes muertos se comíanritualmente. Los de los animales también se comían paraadquirir sus características, especialmente los de leopardosy leones.Los taoístas chinos consideraban al corazón como unaposento de fuego localizado entre el cielo (la cabeza) y latierra (el abdomen) y decían que su transmutación llevaba ala inmortalidad.
En la tradición mística occidental, el corazón es lalocalización de la Luz de Cristo y el propio Jesús animaba asus discípulos a entrar en silencio en este aposento paraconversar directamente con el Padre.

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